El gran día de la Sociedad
La Fiesta del Mantón nace como fiesta popular en el año 1927, fruto de una desavenencia entre las Clavarias de la fiesta de San Venancio. La banda de "los Feos", decidió hacer una fiesta propia, solo para las mujeres “Feas”.
La feliz inspiración de uno de sus directivos, Salvador Ortiz Guerrero, alias “Triparrós”, sirvió para que un gran artista, Salvador Pérez, alias “El Zurdo”, le diera forma concreta, contando con la abnegada colaboración de un puñado de mujeres “Feas”. Al frente de éstas, figuró durante muchos años Josefa Rodríguez, o “Pepa la Francha”, siendo la primera presidenta de la comisión de la Fiesta del Mantón.
La primera Fiesta del Mantón, aunque fuese improvisada, ya contó con su reina, Asunción González Sáez, hija del tío Mateo “El Esquilaor”. Ella tuvo la gran suerte de conseguir en subasta, por la elevada suma de 18 pesetas, el ramo de flores que la acreditaba como reina, y que luego se sustituiría por la cinta o banda que hoy día ostentan en su cargo.
En sus inicios, la fiesta consistía básicamente en dos días durante el mes de mayo. El primer día se celebraba el acto de proclamación de la Reina del Mantón en el Teatro Penella de Buñol. Durante este evento, la banda de música ofrecía un concierto y se entregaba la insignia de honor a la señora o señorita agraciada con el título de reina. Al día siguiente, por la mañana, la banda realizaba un pasacalle con "heraldos" y "chisperos" montados en caballos, recorriendo todo el pueblo, las Ventas y el Castillo, para terminar en la casa social de Rosales.
A las 16.30 horas, antes del desfile de la Fiesta del Mantón, se llevaba a cabo la "Enramá de la Murta", una tradición en la que se alfombraba la calle por la que pasaría la fiesta con murta y otras hierbas fragantes. Esta tarea era realizada por la famosa "Peña del Fiambre" y ha continuado hasta la actualidad.
A las 17.30 h. comenzaba el majestuoso Paseo del Mantón. Los heraldos y chisperos abrían la marcha, seguidos por decenas de bellísimas señoritas buñolenses y valencianas, luciendo hermosos mantones de Manila, mientras desfilaban acompañadas por la banda de música al ritmo de preciosos pasodobles. A su paso por la casa social de Rosales, se les imponía un bonito lazo. Al finalizar el desfile en el paseo de San Luis, hermosamente engalanado y frente a la ermita del santo patrón de Buñol, San Luis Bertrán, la orquesta de la sociedad amenizaba una gran verbena. Una vez finalizada, se desfilaba de regreso desde San Luis hasta Rosales, donde se celebraba una recepción como final de fiesta.
La Fiesta del Mantón tenía fama de ser casamentera, ya que muchas de las señoritas que lucían los hermosos mantones de Manila encontraban pareja durante el evento. Después de la verbena, era común que las "mantoneras" regresaran a casa emparejadas con los mozos que habían conocido durante la celebración. De hecho, se dice que esta fiesta es comparable a la fiesta de San Antonio, ya que algunos de estos encuentros casuales terminaban en boda.
La Fiesta del Mantón dejó de realizarse solamente durante la guerra civil y mientras, se mantuvo la "Unión Musical". Sin embargo, en 1945, se reanudó la celebración y desde entonces no ha habido interrupciones.
La fiesta ha evolucionado con el paso de los años y se ha trasladado de mayo a agosto, en acuerdo con las autoridades locales, convirtiéndose en una parte importante de la programación de la Feria y Fiestas de Buñol.
Desde 1955, la reina de la Fiesta del Mantón es acompañada por la figura de la Reina Infantil, quien representa a todos los niños y niñas de la gran familia fea. La primera en ostentar este título fue la niña Mª Carmen Ferrer. Además, la figura de Representante de la sociedad en la corte de honor de la reina de las fiestas de Buñol, también se ha unido a la celebración. Desde hace unos años, una joven de la corte de honor de la reina mayor de la Fiesta del Mantón protagoniza esta figura de Representante.
En sus inicios, la cinta o banda acreditativa del reinado era subastada y se ofrecía al mejor postor, quien se la regalaba a su novia, esposa, hermana, hija, nieta, pariente o simplemente amiga.
También ha habido cambios en la propia celebración de la fiesta. De ser una festividad sencilla, se ha transformado en un gran desfile de carrozas y comparsas, más bien una descomunal y majestuosa cabalgata. Ha pasado de ser una fiesta social, casi íntima y particular, a una demostración popular y multitudinaria del carácter festivo de un pueblo. Las decenas de parejas "mantoneras" se han convertido en centenares, gracias a la transmisión familiar y generacional de la tradición. Las "mantoneras", exhiben con orgullo los mantones de sus madres o abuelas, considerando estas prendas como joyas de incalculable valor.
La "Peña del Fiambre", ahora conocida como "Amigos del Espliégol", también ha sobrevivido hasta nuestros días. Los hijos, nietos y bisnietos de los primeros "fiambreros" siguen encargándose de criar, recoger, y sembrar de murta el trayecto festivo. Hoy en día, el recorrido se realiza desde la avenida de la Violeta, donde se encuentra el Teatro Montecarlo de la sociedad, hasta el paseo de San Luis, donde se ubica el recinto ferial.
La organización de la cabalgata corre por cuenta de la comisión de mujeres de la Fiesta del Mantón, quienes no solo la organizan sino que también se encargan de la realización y concepción de algunas carrozas y comparsas. Dedican su tiempo durante todo el año a esta labor y lo hacen año tras año desde siempre.
Pero la fiesta en sí gira y se desarrolla en torno a dos figuras principales: el mantón de Manila y la mujer que lo porta. La belleza y el colorido de los mantones se unen a la elegancia y gracia de las bellísimas mujeres participantes, quienes desfilan como verdaderas modelos acompañadas por sus parejas masculinas, también vestidos de forma seria y elegante, con el puro en ristre. La música también es un ingrediente básico de la fiesta, que acompaña y alegra a todo el mundo presente, participantes o no.
El ambiente de celebración se siente en el aire, se percibe en cada rincón de Buñol. Hombres, mujeres y niños vestidos con las típicas indumentarias del pueblo se preparan para el gran día. Los hombres y niños lucen trajes negros con rayas, gorras, chalecos, pañuelos al cuello y a la cintura, y alpargatas de guitarrón. Son los "buñoleros". Las mujeres, por su parte, llevan corpiños y faldas plisadas, blusas multicolores, delantalillos y peinados cuidadosamente elaborados con ondas sujetas con finas y bellas agujas, así como brillantes pendientes y collares, y alpargatas igualmente cuidadas. ¡Qué belleza! ¡Son las "buñoleras"!
Todos ellos llevan cestas y ramos de preciosas flores y hermosos frutos, preparándose para el evento más importante del año: la Ofrenda a la Virgen de los Desamparados, patrona de Buñol, cuya imagen espera en la fachada de la Iglesia Parroquial de San Pedro Apóstol. La comitiva parte desde la puerta del teatro Montecarlo, y las mujeres de la comisión son las encargadas de su organización.
Cientos de portadores con decenas de motivos ornamentales abarrotados de frescas y olorosas flores marchan por las calles de Buñol, mostrando un magnífico monumento floral distinto y renovado cada año. Este monumento es portado por 24 hombres de la peña "El Embutío", quienes se entregan por completo en su tarea y se dejan la piel si es necesario para llegar hasta la virgen. Es un acto único y emotivo que todos en Buñol esperan con ansias y celebran con gran devoción y alegría.
El monumento floral a los pies de la virgen comienza a plagarse de puntos multicolores y de ornamentos fastuosos y monumentales, formados por las flores. La ultimas flores para la virgen son depositadas por la Representante y Reinas Mayor e Infantil de la Fiesta del Mantón, que con lagrimas en los ojos rezan a la virgen mientras escuchan las vibrantes y triunfantes notas del himno de los Feos que la banda desgrana cerca de ellas.
Y la música sigue, como lo ha hecho desde bien de mañana, acompañando a reinas y comitivas desde sus domicilios hasta terminar en la puerta del Teatro Montecarlo con el sorteo de los mantones. Allí se queda de acuerdo para la tarde. Todo el mundo a comer y a reponer fuerzas para lo que les espera dentro de unas horas. Todos a descansar, los que puedan. Porque peluqueras, modistas, floristas, maquilladoras, chóferes de tractores, técnicos eléctricos, cientos de músicos, carroceros, peñas, cientos de participantes en las comparsas y carrozas, Junta Directiva, Comisión de mujeres, Reinas y familias, tienen que preparase y prepararlo todo para que la fiesta se desarrolle con normalidad.
Al igual que por la mañana,la tarde se llena de una gran cantidad de personas, cada una a lo suyo, aunque la decoración cambia drásticamente y la variedad de atuendos es enorme. Al doblar una esquina, puedes encontrarte con cualquier cosa. La gran y colorida cabalgata comienza a organizarse, extendiéndose por casi un kilómetro desde el teatro Montecarlo hasta La Violeta. A lo largo del recorrido, la gente se prepara para presenciar el espectáculo. Desde la madrugada, los vecinos colocan sillas traídas desde sus hogares en las aceras y en lugares libres de las calles, atándolas unas a otras y marcándolas para distinguir su propiedad. El pueblo para el pueblo, y cada metro cuadrado disponible es disputado por aquellos que no quieren perderse nada.
La comisión de mujeres y sus colaboradores van organizando la cabalgata de manera ordenada, concretando detalles y resolviendo los inevitables problemas de última hora que surgen en un evento festivo de esta magnitud.
El gran carro de la Murta sale a recorrer las calles, cubriendo el ambiente con su fragancia fresca y recibe los primeros aplausos de la multitud. Alrededor de las ocho de la tarde, la cabalgata parte hacia San Luis en medio de la música, los gritos de saludos y admiración y la algarabía festiva. Grandes y suntuosas carrozas se desplazan por las calles llenas de hombres, mujeres y niños con trajes y atuendos relacionados con cada tema dedicado. Las comparsas de jóvenes enérgicos y bulliciosos bailan y cantan al ritmo de la banda de música mientras llevan disfraces multicolores.
La alegría, la desinhibición y la libertad festiva se sienten en el ambiente. Las parejas portadoras de los mantones pasan con sus dos o tres largas columnas interminables. El colorido, la belleza y la simpatía abundan, y las lágrimas emocionadas de los padres, madres y abuelas se desbordan al ver a sus hijas o nietas, jóvenes y bellas, elegantes, evocando gratos recuerdos de juventud. Incluso los forasteros y los extranjeros quedan asombrados al presenciar tal demostración de clase y belleza y quedan prendados por las imágenes que ven con avidez ante sus ojos.
Los mantones abren el desfile, seguidos de las últimas carrozas ocupadas por las representantes y reinas del ejercicio anterior, acompañadas de bandas de música y un despliegue especial de luz y belleza.
Finalmente, a pie, desfilan las Representantes y Reinas Mayor e Infantil de la Fiesta del Mantón del actual ejercicio, junto a sus Cortes de Honor. Tras ellas, con orgullo, desfila la Junta Directiva al ritmo de alegres notas musicales interpretadas por su banda. Este es el gran final. La multitud, quizás aún más numerosa que al principio, aplaude con entusiasmo, respondiendo al cálido y sonriente saludo de las reinas, quienes con lágrimas de emoción en los ojos, agitan incansablemente sus manos a ambos lados, como si quisieran saludar a todos. Y el pueblo se rinde ante ellas, porque en verdad parecen auténticas reinas, con sus impresionantes vestidos, joyas brillantes, coronas y bandas de Reinas de la Fiesta del Mantón.
Sin duda alguna, esta experiencia quedará grabada en la memoria de quienes la vivieron. Es una vivencia única y distinta, que solo ellas pueden experimentar. Ellas fueron las elegidas para disfrutar de este momento, y lo agradecen entregándose completamente para fundirse con el cariño, respeto y admiración de propios y extraños.
El cierre de la fiesta se lleva a cabo con el regreso desde San Luis de la mayoría de los "mantoneros", seguidos por las Reinas, las Cortes de Honor y las comitivas con la banda de música, hasta llegar a la puerta de Rosales, donde se entona el himno de los Feos. Luego, se puede disfrutar de un hermoso castillo de fuegos artificiales en las cercanías. Todos desean volver a tener la oportunidad de estar presentes en otra celebración de la Fiesta del Mantón de la Sociedad Musical La Artística de Buñol el próximo año.